jueves, 11 de abril de 2013

El economista de los "indignados"



Hay personas que están destinadas a enseñar a existir a los demás, porque como decía el escritor, humanista y economista José Luis Sampedro las personas no sólo tenemos el derecho de vivir, sino el deber de hacerlo. Él así lo quiso demostrar y a sus prolíficos 96 años dio su último respiro después de tomarse, a petición expresa, una copa de Campari junto a la que fuera su mujer desde 2003, Olga Lucas. Abandonando toda barrera generacional, Sampedro se alzó como referente moral de la juventud indignada española y su demostrada aversión hacia el capitalismo sirvió de modelo para las demandas sociales defendidas por el movimiento 15M. Incluso en el año 2010, fue el encargado de redactar el prólogo del libro ¡Indignaos! del autor Stéphane Hassel, que sirvió de manifiesto para movilizar a las sociedades de toda Europa afectadas por la actual crisis económica y financiera. “Que la gente acepte los recortes y los vea casi necesarios se debe a una de las fuerzas más importantes que motivan al hombre: el miedo. Gobernar a base de miedo es eficacísimo”, contaba en una entrevista al periodista Jordi Évole.

"Hay dos tipos de economistas; los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres", diferenciaba acerca de su profesión el que fuera docente en la universidad de posteriores ministros de economía como Miguel Boyer, Carlos Solchaga, Pedro Solbes o Elena Salgado. Casi marxista, explicaba de forma muy clara en el año 2002 a Expansión su percepción de la economía: "No estoy contra la economía de mercado, sino contra la sociedad de mercado, es decir, contra una sociedad en la que se pretende que las decisiones económicas determinen todo lo demás, que a lo que no cotiza en el mercado no le atribuye ningún valor". A su vez, supo anticiparse a los efectos de la Globalización y al estallido de la recesión económica –como puede verse en algunos de sus ensayos económicos- tras haber vivido periodos de crisis y miseria en la posguerra española.

Incesante en su empeño de demostrar que el capitalismo está “agotado”, fue partidario de implantar un nuevo modelo económico que impactara a largo plazo en un cambio íntegro de sistema (una corriente conocida como estructuralismo). ¿Qué tipo de nueva estructura? Para Sampedro, en un futuro “algo tiene que pasar. No sé si será una o muchas revueltas, o si serán las catástrofes naturales provocadas por la barbarie humana. ¿Tiene esto arreglo? Pues mira, no; es como una taza que se rompe en mil pedazos y pretendes pegarla, pero no es posible. Habrá que conseguir otra taza".

Con este dominio del lenguaje, combinó su carrera económica con la publicación de una amplia bibliografía en las que sobresalen títulos como La sonrisa etrusca (1985), La vieja sirena (1990), Real sitio (1993), El amante lesbiano (2000), Escribir es vivir (2003) o La ciencia y la vida (2008); cuyo valor fue reconocido cuando se le otorgó en 2001 el Premio Nacional de las Letras Españolas. Intelectual y economista, supo llegar a las mentes de los más afectados por la quiebra de un sistema que otorga todo sentido existencial al aspecto material. “Somos Naturaleza. Poner el dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe”, llegó a decir el eterno pensador. 

lunes, 8 de abril de 2013

Lecciones de vida




Hace más de dos años, cuando decidí hacer un programa erasmus en Milán, me apunté a clases de literatura comparada. La lección de ese curso estaba relacionada con las novelas de viajes, entendidos éstos como transiciones no solo físicas, sino también existenciales. Gracias a la materia descubrí la verdadera esencia del viaje, que no es más que el cambio interior que provoca en quien lo realiza. El profesor decidió centrarse en obras escandinavas y gracias a ello tuve el honor de conocer introspectivas historias como la explicada en Il porto dei sogni incrociati (1997) de Björn Larsson (de quien se han editado pocas obras en España), El año de la liebre (1975) del finlandés Arto Paasilinna, Doppler. Vida con el alce (2004) del noruego Erlend Loe y la más impactante Safari Ártico (1974-76) del danés Jorn Riel.

Podría relatar las mil sensaciones que experimentaba mientras leía las aventuras de los protagonistas que decidían renunciar a todo y buscar su LIBERTAD en medio de la naturaleza, sin sociedad a la que pertenecer; pero en esta ocasión destacaré un solo caso verídico, tan conmovedor e impactante que convierte cualquier rutina de vida en una irremediable patraña (o por lo menos, es el efecto que consigue).
Desoyendo la importancia de los detalles, pasé por alto la recomendación que el docente nos hizo para ver el film Into the Wild o Hacia rutas salvajes (2007), una verdadera historia que primero se convirtió en artículo periodístico, después en novela (ambos escritos por Jon Krakauer) y, finalmente, en un largometraje escrito y dirigido por Sean Penn, y protagonizado por Emile Hirsch. Una vez visionada, se ha convertido en una de mis películas favoritas y de obligado comentario.


“Camina dos años por la tierra. Sin teléfono, sin piscina, sin mascotas, sin cigarrillos. Libertad absoluta. Un extremista. Un viajero de lo estético cuyo hogar es el camino. Y ahora después de dos años de caminata, llega la aventura final y más importante. La batalla culminante para matar al falso ser interno y concluir victorioso la revolución espiritual. Sin estar ya más envenenado por la civilización él huye, y camina solo por la tierra para perderse en la naturaleza.” Alexander Supertramp, Mayo de 1992.

Into the wild relata la aventura que el joven Christopher McCandless decide emprender con tan sólo 22 años (bajo el seudónimo de Alexander Supertramp), después de graduarse en la Universidad, hacia el oeste americano con el fin de alejarse de una sociedad que lo oprime (y de unos padres que lo atormentan) y vivir con sí mismo en plena Naturaleza. En su travesía con destino a Alaska se cruza con diferentes personajes con los que establece fuertes vínculos, pero siempre rotos para alcanzar su máxima: vivir en libertad. Entre unos y otros, el film nos brinda trascendentales diálogos, acompañados de una vibrante banda sonora a cargo de Eddie Vedder, y de constantes alusiones a fragmentos de obras de Jack London, Henry Thoreau y Leon Tolstoi.



"Leí en alguna parte que en la vida no es tan importante ser fuerte como sentirse fuerte." Alexander Supertramp.

En momentos en los que la sociedad, el materialismo, la corrupción, el sistema...logra deprimirnos, esta historia enaltece el valor de las cosas más primarias y nos hace comprender la libertad que cada persona tiene para DECIDIR CÓMO VIVIR. Como expresa el protagonista, "la esencia del espíritu humano vive de nuevas experiencias". Sin embargo, el desenlace de la aventura también conlleva una reflexión acerca de hasta qué punto el ser humano debe renunciar a la libertad absoluta para poder sobrevivir. "La felicidad sólo es real cuando es compartida", llega a decir el propio McCandless.