lunes, 20 de mayo de 2013

La barbarie humana

El diario español El País (sí, aquél gran periódico que ahora ya forma parte de la lista de tabloides de mermada ética) publica en el suplemento Domingo un reportaje sobre un soldado español, bajo el apodo de Charlie, cuyo relato sobre su misión en la guerra de Irak durante el año 2003 estremece hasta al más animal. No es la sorpresa ni la narración de los actos lo que causa impresión, pues de una forma u otra ya éramos conscientes de las atrocidades que los soldados solían cometer contra los apresados musulmanes para divertirse o para engrandar los monstruos que les exigían ser, sino la forma y detalle en la que Charlie se describe a sí mismo.



No intenta exculparse, esconder acciones violentas u pensamientos turbados, ni mucho menos parecer víctima ante el lector; todo lo contrario, quiere dar cuenta de la bestialidad inherente de la condición humana, tan primitiva a pesar de buscar la salida racional. Unos meses antes de llegar a territorio hostil, el soldado explica su participación en un ejercicio nocturno en el que ensayaban con supuestos prisioneros (propios compañeros de ejército). Unos hacían de capturados y otros de captores, y él tuvo la suerte de formar parte del segundo grupo. Cuenta cómo apresaron a dos prisioneros, y las vejaciones que le tocó acometer en su rol de captor, y lo hace sin expresar culpa o desasosiego, sólo con la intención de retratar el feroz clima de camaradería.

En la primera fase del ejercicio, Charlie explica: "Nos ordenaron pegar a los dos elegidos. No fue una orden dirigida a nadie en concreto, ni nos dijeron de qué manera hacerlo, pero en esas situaciones te sientes impune y sale el monstruo que todos llevamos dentro. O así es, al menos, como yo me he justificado todos estos años". "Me acerqué y le di una patada a uno. Una vez que empecé, ya no pude parar. Eran mis compañeros de promoción", detalla el ex soldado en el reportaje.

En esta especie de "juego de rol" de fraternidad, que tenía el objetivo de preparar a los soldados ante una posible captura en Irak, lo más peligroso es interpretar con maestría el personaje adoptado, y Charlie así lo hizo. "El sargento hablaba pausadamente y solo les daba pequeños golpes cuando [los soldados interrogados] contestaban de manera distinta de como lo habían hecho la vez anterior. Pero yo no tenía su paciencia, estaba cansado y nervioso, y les insultaba y pegaba hasta que un compañero me dijo que eso no era efectivo  y me apartó", detalla.

Este clima de impunidad y barbarie, en el que los camaradas debían sacar lo peor de sí mismos -pese a que muchos de ellos, como Charlie, no habían pegado a nadie en su vida-, es el que anticipa los episodios de violencia acometidos después en campo de batalla. Aunque solo un vídeo sobre maltrato a prisioneros ha  sido publicado en los medios españoles, difundido por El País el pasado 17 de marzo, muchos soldados españoles retendrán en sus mentes las atrocidades realizadas contra otros seres humanos. Puede que algunos logren seguir con sus vidas, pero otros como Charlie ya no se sienten inmunes y buscan su redención.

La historia de este anónimo soldado, como muchas otras, no debía acabar bien. "Durante dos años recibí tratamiento psiquiátrico seis horas al día, de lunes a viernes, en un hospital. Aunque he mejorado considerablemente desde entonces, nunca he vuelto a ser el mismo".

Para comprendernos un poco más...¿Podrán los juzgados militares resolver delitos de maltrato contra prisioneros cuando la violencia ya forma parte de la preparación como soldado de guerra?